Es curioso, sabemos que algo está por empezar, vemos tantas oportunidades para crear un momento feliz; sin embargo, nunca nos avisan cuándo acabará, los momentos felices pasan a ser momentos y toda aquella magia se va.
Es de humanos reconocer los errores que tuvimos y estoy consciente de los que cometí, sobre todo aquella fecha que era tan especial para ella. El no poder controlar las emociones, frustraciones y preocupaciones que estaba cargando en ese momento me llevaron a un colapso del cual ella recibió todo el impacto. Para nada busco justificar mi acción, sé que esa culpa me va a seguir por el hecho que hubo un quiebre entre nosotros, el cual no ha podido ser reparado.
Aun con todo eso, seguí apostando por nosotros, porque sabía que estábamos viviendo la representación del sentimiento de amor más puro que había conocido, o eso pensaba. Después de lo sucedido, su mirada por mí ya no emanaba ese brillo, la calidez en sus abrazos se había ido y sus caricias no se sentían igual, había roto el encanto que tenía por mí. Estaba consciente que había empezado a desenamorarse de mí. Sabía perfectamente la calidad de mujer que se estaba yendo, es por eso que nunca solté el timón hasta hundirme. Eventualmente, el día de la separación llegó.
La vida se torna injusta en algunas ocasiones y eso es lo que sentí. Tanto empeño, esfuerzo y dedicación se vieron diminutos en ese momento. ¿Cómo era posible acabar de esa manera después de tanto que se dio? Esa interrogante me ha estado persiguiendo y sigo sin encontrarle una respuesta absoluta. Me engaño haciéndome creer que tenía que acabar porque así estaba destinado. Sin embargo, esa idea no me satisface por completo, porque aun con dificultades sé que todo pudo haber mejorado si ambos hubiéramos estado dispuestos a que todo saliera bien por el hecho de querer estar juntos y superar las adversidades. No se trataba de estar destinados, se trataba de construir, pero la comunicación no era la misma para ambos. Todo esto me impacto aún más cuando mi futuro estaba dando un giro para bien, había concretado un empleo del cual ambos saldríamos beneficiados. Todo por lo que había estado luchando y construyendo se me estaba desmoronando, siempre me pasa cuando algo va demasiado bien en la vida. No había cabida para creer lo que estaba pasando, me sentí totalmente frágil.
Me fui. Con la cabeza llena de dudas, mis días fueron perdiendo sentido alguno. Los ánimos decayeron, las ganas se fueron y las fuerzas eran nulas. Sobrevivo porque lo tengo que hacer. Llegar y ver la habitación vacía me provoca soledad y tristeza. Por eso busco embriagarme o cualquier pretexto para no llegar a casa. Me duele enfrentarme a mi depresión, sé que es parte de todo esto, pero el hogar quedó lleno de ella, me es muy difícil lidiar con todo esto. Mi decisión de contacto cero hacia ella no lo provoqué por creerme fuerte o porque me haya dejado de importar, sino lo contrario, lo hice porque soy débil e iba a querer buscarla, como lo estoy queriendo hacer ahora mismo.
En ella conocí un nuevo sentimiento. Con ella me sentía en la Gloria. Es una mujer con mucha energía y con muchas aspiraciones. Siempre quise que cargara con el menor peso posible, solo quería verla bien, porque todo lo que hacía era por ella. Aunque yo me fuera a dormir derrotado y desgastado, me llevaba una satisfacción por darle un día agradable. Esto no es ningún tipo de reproche, todo esto son sentimientos y pensamientos que alguna vez le quise compartir, lo que nunca le pude decir. Ahora la he soltado y no por falta de amor, sino por nuestro bienestar mental. Quisiera volver a verla algún día, estando sanos y poder darnos las gracias por todo el apoyo que siempre nos mostramos y eso nos haga sentir orgullosos de lo que formamos con tanto amor.
Sé que vas a leer esto, no quise que nuestra historia terminará así. Todo esto son sentimientos a flor de piel y decidí escribirlos para que no pasarán desapercibidos. Por eso escribí esto, antes de que todo termine, antes de pasar página y todo termine en el olvido.
